Caminando entre sonidos y ruidos

Del 22 al 26 de junio se llevó a cabo en Rosario la Semana del Sonido por segundo año consecutivo. El movimiento creado hace más de una década en Francia llegó a la Argentina en 2013, con el objetivo de generar conciencia acerca de temas como la acústica, el sonido y el ruido, y alertar sobre la necesidad de proteger el ambiente acústico que nos rodea.

En el marco de este evento organizado por un conjunto de entidades que incuye, entre otras, a la Asociación de Acústicos Argentinos, la Municipalidad de Rosario y Universidades Nacionales del país, tuve la oportunidad de participar de una caminata sonora coordinada por Pablo Kogan y Bruno Turra, de la UTN de Córdoba. La actividad consistía en un recorrido por el microcentro de Rosario con varias paradas en las que los participantes debíamos sentarnos sin hablar entre nosotros y completar un cuestionario sobre los sonidos y los niveles de ruido del lugar.

Cuando me convocaron para filmar la caminata supuse que se trataría de un trabajo fácil: documentar eventos con una cámara es algo a lo que estoy relativamente acostumbrada y creí poder hacerlo de forma más o menos automática. Pero al llegar a la explanada del Centro Cultural Fontanarrosa (lugar de partida del experimento) me encontré con una situación distinta.

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Me pidieron que hiciera unas tomas panorámicas del sitio tratando de captar las fuentes de ruidos y sonidos, así que tomé la cámara y comencé. Al principio no me fue difícil localizar las fuentes sonoras más evidentes: grabé a una bandada de palomas de esas que siempre deambulan por la zona de la plaza Montenegro, a unos niños que estaban jugando, y por supuesto, el incesante tránsito automovilístico de San Luis y San Martín que, siendo las tres de la tarde, no tomaba aun la forma del bocinazo ensordecedor e implacable de las horas pico, pero tampoco pasaba desapercibido. Luego de esta exploración superficial del espacio, me detuve cerca de la puerta del centro cultual y procuré escuchar con atención. Quería quedarme quieta y ver qué más podía detectar. De pronto noté una especie de zumbido que había estado allí todo ese tiempo, pero que yo había pasado por alto en mi búsqueda inicial. Ese ruido, que se me hacía cada vez más perturbador, provenía de una fuente que yo no lograba identificar y por lo tanto no conseguía capturarla en video. La caminata sonora se me presentaba así como un desafío a mi percepción. Finalmente concluí que la fuente debía ser alguna caldera o aparato de calefacción, así que filmé las paredes del edificio cercano.

La caminata iniciaba en la peatonal San Martín, hasta calle Córdoba, donde hicimos una parada en “la esquina de los bancos”, como la llamó una de las participantes de la experiencia. Allí era llamativa la intensidad de los sonidos que hacían las aves. Se las escuchaba muy fuerte y con gran claridad, aun sin prestarles especial atención. El zumbido estaba presente también en este sitio.mac.jpg_88717827

Desde allí, seguimos por Córdoba hasta el Monumento a la Bandera. Como era un día nublado y frío, no había mucha gente. Caminamos hasta la plaza Barrancas de las Ceibas, que está frente al Concejo Municipal. Nos sentamos frente a la gran fuente de agua para realizar nuestra tercera parada. El sonido del agua y los ladridos de algunos perros eran reconfortantes, pero el tráfico omnipresente de autos parecía acentuarse, quizás debido a la ausencia de otros sonidos.46208314

El recorrido concluía al lado de la estación Fluvial. Tras grabar mis propias pisadas sobre las piedritas anaranjadas de la plaza y las bocinas de algunos autos al cruzar la calle, me senté cerca del río y observé el entorno. La zona parquizada, verde, contrastaba con los ruidos de los autos, la música que provenía de algún carrito de hamburguesas y el característico sonido que anuncia la llegada del churrero, que me tentó, al escucharlo, a soltar la cámara y correr a comprarle. Las aguas del río estaban quietas y por mucho que me acercara no las escuchaba; esta fue la parte más frustrante de la actividad.

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Como corolario, los coordinadores de la actividad convidaron a todos los presentes con masas secas y nos invitaron a hablar de lo que nos había pasado durante el trayecto. En este debate, la experiencia se reveló como una instancia enriquecedora para todos, ya que pudimos prestar atención al entorno sonoro que nos rodea y dedicarle toda nuestra atención, sin que nada nos distrajera de nuestro rol de oyentes. Escuchar la ciudad significó redescubrirla en formas que tal vez no se nos habrían planteado como posibles de no ser por esta experiencia. Lo que nos gustó escuchar y lo que nos molestó son (o, en todo caso, deberían ser) los puntos de partida para entender qué es lo que deseamos transformar de nuestra realidad y poder, así, continuar dando pasos en la construcción de un ambiente sonoro más ameno. Lograr una visibilización de este ambiente sonoro como una dimensión fundamental de nuestra vida en sociedad debe ser una prioridad en la agenda política y ciudadana, teniendo en cuenta que, como señalan los expertos, existe una relación directa entre los niveles de ruido y el estrés, la presión arterial, el sueño y la concentración. Los altos niveles de ruido se asocian incluso con una mayor propensión a la violencia en los sujetos y con una disminución de la tendencia a ayudar al prójimo, de acuerdo con estudios desarrollados por la Organización Mundial de la Salud.

La segunda Semana del Sonido de Rosario concluyó, pero es vital que ésta no funcione como la única instancia de concientización sobre el ruido en la ciudad. Los problemas de ruido persisten no sólo en forma de zumbidos molestos en el centro, sino también en los barrios, donde, según una participante de la caminata sonora, hay vecinos que “pasan con las motos tirando cortes, por ejemplo un lunes a las once de la noche, cuando uno se está tratando de relajar”. Es en este sentido que todavía queda mucho por hacer en cuanto a la concientización y el cuidado de nuestro ambiente sonoro.

Laura

Semana del Sonido Rosario 2014

 

1622883_1417022915212339_2003937894_nDel día 19 al 23 de mayo se llevará a cabo la primera Semana del Sonido de la ciudad de Rosario, un evento destinado a difundir la importancia de la acústica y promover la toma de conciencia en cuanto a la necesidad de proteger el ambiente acústico y la salud auditiva. Organizada por instituciones educativas y gubernamentales a nivel nacional e internacional, la Semana girará en torno al eje “Música y paisaje sonoro”, que se desarrollará en una serie de actividades culturales, educativas, científicas y artísticas en el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa y el teatro El Círculo, todas con acceso libre y gratuito.

La Semana del Sonido se materializó por primera vez en el año 2004 en Francia, por iniciativa del ingeniero Christian Hugonnet. Desde entonces, el congreso se extendió a más de seis países en todo el mundo.

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Christian Hugonnet, fundador de la Semana del Sonido en Francia

En el marco de la Semana del Sonido Rosario 2014, Hugonnet dio una conferencia inaugural el lunes 12 de mayo en el Centro Cultural Parque España, donde alertó acerca del problema del ruido en las ciudades e insistió en la importancia de tener en cuenta la acústica en el planeamiento urbano. “Como nunca dejamos de escuchar el mundo, no prestamos atención al hecho de que tenemos oídos, salvo cuando padecemos algún problema en ellos”, afirmó el profesor francés y explicó: “El oído es un elemento determinante en nuestra relación con los demás y con el mundo. Oímos algo y dirigimos la mirada hacia lo que oimos, pero ciertamente no sucede al revés. Nunca miramos primero y luego descubrimos el sonido”.

Asimismo, Hugonnet hizo énfasis en el tratamiento acústico de los espacios públicos. Según el ingeniero, existe una relación directa entre los niveles de ruido y el estrés, la presión arterial, el sueño y la concentración. Los altos niveles de ruido incluso se asocian con una mayor propensión a la violencia en los sujetos y con una disminución de la tendencia a ayudar al prójimo, de acuerdo con estudios desarrollados por la Organización Mundial de la Salud. En este sentido, Hugonnet llamó la atención sobre preguntas obvias que no suelen plantearse con seriedad en la planificación del espacio público: ¿Por qué las escuelas son siempre lugares ruidosos? ¿Por qué los niños no están en lugares tranquilos donde puedan concentrarse? ¿Por qué las estaciones y los aeropuertos son siempre ruidosos?

Federico Miyara, organizador de la Semana del Sonido en Rosario

Federico Miyara, organizador de la Semana del Sonido

Federico Miyara ejecutando una improvisación en vivo en la Semana del Sonido en Rosario

Para el ingeniero Federico Miyara, organizador de la Semana del Sonido de Rosario, la toma de conciencia por parte de la población con respecto al ruido es fundamental. “Cuando las personas están en contacto con una temática, se sensibilizan más con respecto a ella y empiezan a exigir a las autoridades que impulsen leyes que la respalden. Mucha gente piensa que el ruido es inherente a la vida en la ciudad, pero no tiene por qué ser así”, aseguró el autor del libro “Acústica y sistemas de sonido” y detalló: “Hay muchas técnicas de control de ruido, como la aislación acústica y el perfeccionamiento de los silenciadores para vehículos”.

Según Miyara, el mayor generador de ruido en Rosario es el transporte. “Si bien cada vehículo individualmente produce menos ruido que hace diez años, hoy en día circulan por la ciudad muchos más vehículos, por lo que hay una tendencia a aumentar el ruido, en lugar de disminuirlo”, expresó el docente de la Universidad Nacional de Rosario.

Dando inicio a la actividad anticipada de la SEMANA DEL SONIDO. (de derecha a izquierda): Ing. Ernesto Accolti, Prof. Martin Arancibia, Prof. Mario José de Oyarbide, Ing. Christian Hugonnet (Francia), Ing. Federico Miyara, Ing. Juan Carlos Benvenuti, Ing. Pablo Miechi, Lic. Emilia Benvenuti

Dando inicio a la actividad anticipada de la SEMANA DEL SONIDO. (de derecha a izquierda):
Ing. Ernesto Accolti, Prof. Martin Arancibia, Prof. Mario José de Oyarbide, Ing. Christian Hugonnet (Francia), Ing. Federico Miyara, Ing. Juan Carlos Benvenuti, Ing. Pablo Miechi, Lic. Emilia Benvenuti

Sin embargo, el ruido no es el único problema de sonido al que nos enfrentamos como sociedad. Hugonnet mencionó igualmente la compresión sonora como una fuente de malestar. Federico Miyara define la compresión de sonido como “la regulación del nivel sonoro de modo que varíe poco, pero no necesariamente balanceando graves, medios y agudos”. El audio comprimido es comúnmente utilizado en aparatos electrónicos tales como juguetes y cajitas musicales, pero también está comprimida la música que escuchamos en formato mp3, ya que, para configurar un archivo de audio que ocupe menos memoria, el formato elimina puntos de la onda sonora original.

El resultado de la compresión se puede apreciar en toda su magnitud al observar los gráficos de una onda sonora original y una comprimida: mientras que la primera dibuja una curva pronunciada (lo que Hugonnet llama una “amplia dinámica sonora con una paleta de matices”), en la segunda apenas se visibilizan curvas y la onda aparece más acotada y plana. Según el ingeniero francés, los efectos de esta manipulación del sonido en el oído son catastróficos. “Una vez que una persona se acostumbra al sonido comprimido, nunca más podrá volver a escuchar los niveles bajos, porque el oído se vuelve perezoso y sólo distingue el ‘sonido fácil’, lo cual crea problemas de audición a largo plazo”, sostuvo el fundador de la Semana del Sonido.

10372259_1441416266106337_905531720183284564_nEn síntesis, el sonido es una dimensión tan constante en nuestras vidas, que no estamos acostumbrados a pensar en él. Es primordial que la acústica y el sonido comiencen a estar presentes nuestra consciencia, de modo tal que busquemos soluciones al malestar sonoro que tenemos incorporado como “natural”. El ambiente sonoro es el único en el que nos movemos desde antes de nacer y es importante preservarlo, ya que, en palabras de Hugonnet: “aprender a escuchar es aprender a comprender mejor el mundo”.