Círculo

Creíste que te habías movido
pero todos estos meses
estabas caminando en
círculos
saliste corriendo
cuando oíste
que alguien
le sacaba
el pasador
a la granada
te fuiste por Pellegrini
derecho hasta el fondo
pasaste el parque Independencia el
cementerio
agarraste Circunvalación hasta
Fisherton corriste ya
no sentías las piernas cuando llegaste al aeropuerto te subiste al avión
volaste
perforaste las nubes por
unas horas bajaste en Barajas
Madrid era una fiesta
pero cómo ibas a saber
si ibas corriendo
embalada concentrada en
esquivar la explosión
cabalgaste un tren compraste
en la estación un agua
que abriste y consumiste
de un único trago largo
unas gotas se escurrieron
por tu mandíbula pero ni te diste cuenta
estabas en otra
sacada
tus ojos veían algo privado
fantasmas monstruos vaya a saber
pum pum pum el corazón
un potro sin establo
llegaste a la costa gallega tomaste clases
lloraste muchísimo extrañaste
sobre todo a Pablo sobre todo
a Pablo
pagaste impuesto a la libertad
empuñaste tu paraguas
publicaste trabajaste saliste a tomar
cervezas besaste bailaste comiste pulpo
quisiste quisiste de verdad
trabajaste más bajaste de peso subiste
de peso compraste ropa pero solo
la que estaba muy barata tomaste chocolate
con churros leíste el diario debatiste con
aquel profesor malo que decía que los suizos
te reíste viste pelis contrataste HBO
aprendiste
a fijarte en otras cosas leíste novelas
y cuentos y sonetos hasta sonetos todo
todo
ese tiempo
sin dejar
de correr
lo importante era
estar en movimiento
escapar fuiste a la playa
ya en primavera volviste a ir
te sacaste las Adidas caminaste descalza
la arena estaba áspera
y más fría de lo que esperabas aún así
diste los pasos que te separaban
de la orilla mojaste los pies en el Atlántico
miraste el sol bajar hasta su casa en
lo invisible
respiraste dijiste
creo que podría ser feliz con poco
con poquísimo apenas
esto
y un perro a lo mejor
recordaste a Hamlet no lo citaste
para no quedar tan pretenciosa
no le caés bien a nadie
cuando citás a Hamlet
pero lo recordaste miraste el horizonte
naranja acomodaste los hombros diste
un suspiro
bajaste la mirada notaste la transparencia
gelatinosa del agua tu vista
se posó en tus manos y ahí estaba
sin pasador
a punto de estallarte
la granada.

Embajadora

Qué pasa si
me olvido
de cómo era
leer poesía en público
bailar el bombón
asesino comer
un chori
un domingo de sol
y que alguien
levantara la
vista
y exclamase:
qué día peronista
tomar mate
en el Parque
España con Martu
reírnos de nosotras
ser felices sin
saberlo
entenderlo todo
avísenme
si me encuentran
que no sé
dónde fui a
parar
concentrada
en no pisar
la unión
entre baldosas la
fisura que
cuartea
mi vida
la falla
que me deja
con un pie
de cada lado
por favor
señora avíseme
si ve
que me alejo
demasiado
de la orilla
que me aterra
convertirme
en una
de vosotros
pagar en euros
decir uve joder
y bus
me aterra el
naufragio por eso
me aferro
a los mates al
ahrreismo al
voceo
cruzo mal la calle
intento explicarle a alguien
lo que quiere
decir
bebotear
con tal de
tocar
el amuleto
que llevo en el
bolsillo con tal
de ser
una embajadora
y no
una
refugiada.

Gaseosa

¿Sabían
que aún
entre las
Coca-Colas
hay jerarquías?
Dicen
que la mexicana
es la más rica
tiene que ver
con el agua la
ubicuidad
la pavimentación
globalizante
de la marca no
tiene jurisdicción
en el ámbito
feromónico en
el realismo mágico
de los sabores es
ahí por donde
asoma
el hilo blanco
la costura
defectuosa del
capitalismo
hecha a máquina
por una
nena en
Bangladesh o
Malasia cuya
sangre no se
derrama no
brota
de la piel en
gotas a través
de un
pinchazo
o a chorros
en heridas de
bala sino
que transpira
en laceraciones
silenciosas
provocadas por
el reiterado
raspar de las
rodillas contra
el lomo
áspero
del mundo y en
esos lugares
donde no hay
yeso ni
cirugía para la
fractura social
donde nadie
se preocupa
en describir
el movimiento
de la sangre
cuando enfila
de mala gana
hacia el exterior
en esos
lugares
donde no hay
presupuesto para
costuras reforzadas
en esos lugares
quisiera saber
qué gusto
tendrá
la Coca-Cola.

Metal

La mosca se
posa sobre
mi brazo esta
vez no la
ahuyento
ha notado
algo
en mí
que la atrae algo
por lo que vale
la pena
quedarse frota
sus patas
delanteras
no sé
si sabe
que la observo
da unos pasitos
frenéticos
por la manga
de mi buzo quisiera
tener algo
para convidarle pero
ya me terminé
el café y las
medialunas
el metal es
helado y corta
la circulación negarlo
sería incurrir en
el más
inútil de los
engaños
pero tengo
ahora
motivos para
sospechar
que por
lejos
lo más
insoportable
de estar esposada
sería no
poder
rascarme
la nariz
no poder
sacarme de
encima
la mosca.

Protocolo

Me van a
decir que
es un
lugar común
una frase
hecha pero
la ciudad
está llena de
fantasmas
ayer creí
ver a Ori
por el centro cerca
de su casa también
me pasa con
otras personas
muy seguido
no a diario
pero sí
la ciudad está
llena
si se fijan
de presencias
disonantes
de trampas
cognitivas
hojas de
fax
hologramas
amigables
a cuyos
pies les
quedó
chica esta
vereda
de baldosas
húmedas
no quiero que
vuelvan no
es mi
apego una
penitencia que
tenga
intención de
imponerles
tampoco
querría estar
allá con
ellos
esta
es
mi baldosa pero
sí me
gustaría
conocer el
protocolo
saber
cómo es
que una
saluda
a un
fantasma.

Tres poemas para la muerte de los objetivos no cumplidos

VELORIO

¿Cómo me voy a ir del velorio de los objetivos no cumplidos?
No importan las dificultades imprevisibles: no los salvé.
No importa la responsabilidad que me excede: los maté.
No importa todo eso otro que sí hice: una vida es una vida.
No importan las bifurcaciones del camino: los dejé morir.
Tampoco importa la misericordia de las prórrogas:
no regué lo suficiente y aquí estamos.
Me hablan de lo que hay del otro lado y
es como si me dijeran que en la Luna hay una bandera yanqui.
Puede que así sea, pero me es imposible constatarlo
y por lo tanto, como dato, no me sirve.
«No tenés que cumplir, tenés que vivir», me dicen
y yo
no puedo irme de este velorio.
No puedo vivir.
No sé cómo.
Y sigo
en esta existencia de prenda percudida
embebida en la salmuera incongruente de mis ojos
envenenada de tristezas subjuntivas
infusionada en luto.
No quería ser buena,
quería ser la mejor.
No quería esperar unos meses,
quería llegar ahora.
No quería ser convexa,
quería ser magnética.
Quería tener alveolos y branquias y alas.
Quería doblarme veinticinco veces al medio y seguir midiendo un metro cincuenta y seis.
No pude.
La realidad tiene bordes opacos.
Entonces
¿Cómo me voy a ir de este velorio?
Si también
si sobre todo
es el mío.

.

CEMENTERIO

Sería injusto arrancar
flores
de la tierra
para traerlas a este
museo de las causas perdidas.
Las flores son para los
vivos y
la vida
es mucho más que ustedes y su capitalismo fagocitante.
Mucho más que la manía
pelotuda de
llevarlos conmigo en la cartera
como una cajita
semivacía
de tic tacs
acordándome solo de vez en cuando de que los tengo ahí
acostumbrada ya a su peso a su
cascabeleo apenas
perceptible
y a su textura de llagas.
Y digo entonces que la vida es mucho más
para que no se me vaya en llorarlos.
Para no perder de vista
entre las hojas
endiosadas
de sus ramas
todo lo demás.

.

DUELO

Y cuando creas
que el virus del luto
se aburrió
por fin
de tu cuerpo y
avanza ahora hacia
su próximo huésped,
una noche
prenderás el televisor
sin intenciones
y ahí estarán:
mirándote
desde el píxel marchito
de la pantalla
los retoños
traídos a este mundo
a morir por vos
y tus pecados de mierda.
Y brotará entonces
nuevamente
de tu rostro
la tormenta.

Dos poemas orales

Esta semana leí dos textos míos en público por primera vez. Fue en el marco del Slam de Poesía Oral de Rosario – Copa Feto Poeta y, aunque estaba nerviosa por leer, la pasé muy bien y leí junto a mis compañerxs del taller de escritura que también llevaron sus textos. 

Los poemas que leí los escribí específicamente para leer en el Slam, ya pensando desde el principio en la oralidad: tenían que ser textos que se pudieran leer en menos de 3:20 minutos en total (regla del Slam) y tenían que ser entretenidos de escuchar. No eran textos para leer desde un papel o una pantalla. Sin embargo, como gané el primer lugar en el Slam y recibí críticas positivas, decidí subirlos. A continuación, los dos textos:

 

Milanesa

¿Pero con quién se piensan que están hablando? Yo no soy una ridícula que le dice pastaflora a la pastafrola. No soy una militante del impuesto a la queja.
A ustedes les hablo.
A los reidores. A los escupidores.
A los vomitadores de humo de cigarrillo y aliento a mate de oficina.
A los curadores del mausoleo de lo provisorio.
A los que tienen una alarma en el celular para acordarse de tomar la pastillita del monotributo.
A los recalentadores de viandas de autoayuda.
A los que gustan de vislumbrar genitales ajenos a través de una ventana de incógnito.
Ustedes podrán haber sido así toda su vida, pero mientras estén en esta casa, a mí el pelo no me van a tomar.
Les digo más: el mundo puede estar hecho por personas como ustedes para gentes que no son como yo. Pero yo no saqué los pies de la cama para venir acá a que me hagan esto.
Yo no vine a contemplar desde afuera lo absurdo de la existencia. Yo vine, escúchenme una cosa, yo vine a sacar la cara por la ventanilla. No vine a pedirle perdón a las baldosas por haberme tropezado con ellas. Vine a tirarle cascotazos al Mc Donald’s como vos, como él, como cualquiera de ustedes. Vine a hacer pogo hasta que se me caigan los anteojos.
Yo sé que bailo mal, pero miren, yo no le pongo glitter a los fideos como si se tratara de queso rallado.
La verdad de la milanga es que frita es muchísimo más rica, así que no me pidan que me meta en ningún horno.
No me pidan que me seque.
De eso ya se encargaron ustedes.

Para mí

Generalmente no es lo más trágico del mundo carecer de habilidades sociales o de un abdomen plano, pero a veces…
A veces mi llanto es una sábana blanda que me arropa hasta que me duermo, exhausta y congestionada. A veces, las lágrimas no me brotan de los ojos sino de la garganta, de las vísceras, de los nervios.
La piel está sembrada de llanto y ya va a florecer.
Pero aunque sea ilícito, me amo a mí misma mucho más de lo que me odio.
Y cuando rebalso de desprecio y repugnancia, el amor es igualmente incontenible, como una teta en un corpiño muy pequeño o como esta panza, que nunca está chata sino llena, siempre llena de cosas ricas para mí.
Para mí, que todo lo valgo.
Por la que hay que sorber mocos y tragar saliva.
La que corre una maratón como si nada, cada vez.
La que mejor me cocina.
Por mí, todo es por mí.
El universo me pertenece: es un invento mío.
Y ningún sacrificio ha sido en vano.
Por mí, lo que sea.
Me arremango y arranco los yuyos.
Con el mismo pulso ordeno o incendio la casa.
Me saco a pasear a la otra punta del mundo si es necesario, sólo para saciarme el capricho de saber qué olor tiene el Upper East side (en mayo, a primavera).
Y nada ha sido en vano y a veces, cuando las voces gritan, parecieran tener razón.
Pero no.
El amor es la panza llena.
El amor es no forzar.
El amor soy yo.