Hacer escuela

Si se le pregunta a cualquier persona de cualquier edad, difícilmente alguien diga que no le gusta aprender.

No hablo de aprender para obtener una calificación determinada en un examen, ni de aprender para después poder acceder a un trabajo bien remunerado. Tampoco hablo de aprender porque ese conocimiento va a ser útil o necesario en alguna instancia futura de la vida.

Me refiero a aprender para saber. Aprender porque es una de esas actividades que nos hacen sentir (no entender racionalmente, sino sentir en lo verdaderamente profundo del alma) que estamos vivos. Aprender porque en ese acto se rasca la picazón insaciable de la curiosidad.

Recuerdo vívidamente haber sentido todas esas cosas en el momento en que supe que hay otros planetas además de la Tierra, algunos de los cuales orbitan el mismo Sol que nosotros. Sentí cómo se abrían puertas en lugares de mi mente donde hasta entonces sólo había habido muros y oscuridad. Lo sentí cuando aprendí a hacer un cálculo con regla de tres. También cuando aprendí cómo funcionan los órganos del sistema digestivo de un ser humano. Más recientemente, lo sentí cuando leí por primera vez a Marx y a Foucault. Puedo decir con bastante seguridad que seguiré experimentando esa mezcla de asombro y excitación hasta el momento mismo de mi muerte, cuando aprenda cómo es en realidad el fin de la vida de una persona.

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Pero, en todo este despliegue didáctico de sensaciones y emociones, hay cosas que no me cierran.

La escuela, por ejemplo. Cualquiera que me conozca aunque sea un poco sabe que soy la más tenaz crítica de esta institución que causó varios de los traumas de mi vida. La razón por la cual la escuela no me cierra es que no es el santuario del saber que dice ser: la cantidad de veces que sentí aquella emoción de aprender estando dentro del edificio escolar es casi nula. Lo que digo no puede sorprender a nadie que haya pasado sus reglamentarios doce años de vida encerrado entre cuatro paredes del aula de una escuela, el culo atornillado a una silla atornillada a un pupitre atornillado a una fila de pupitres; la mente atornillada al ventilador de aspas aletargadas que, si se cayera, provocaría la muerte de algunos compañeros.

La escuela en sí no está hecha para motivar al aprendizaje, ni mucho menos para cuidar, como el valioso tesoro que es, esa curiosidad con la que salen todos los niños de los vientres de sus madres. La escuela, al menos en mi experiencia personal, está hecha para disciplinar (¿mencioné a Foucault?). Y no es que esta función de la escuela tenga algo de intrínsecamente malo: es vital adquirir el hábito de la disciplina si uno pretende vivir en sociedad. Pero esta disciplina no es lo único que una persona necesita para formarse. También es imperioso poder pasar largas horas en ambientes que no estén iluminados con tubos fluorescentes, sino con la luz cósmica de esa estrella alrededor de la cual nuestro singular planetita insiste en girar. Poder dar y recibir abrazos. Poder estar solo y tranquilo para reflexionar.

Lo que la escuela no comprende es que una calificación no alcanza a reflejar ese proceso de creación de puertas mentales. Que el aprendizaje no es un medio para llegar a algún fin, sino que puede y debe ser un fin en sí mismo. Que aprender de memoria no es aprender, porque si no hay un componente emocional asociado al conocimiento, los datos se escurren del cerebro como granos de arena en un puño cerrado. Que los docentes también tienen que poder hacer autocrítica cuando algo no sale bien.

Ahora bien, no estoy diciendo que la escuela sea un monstruo incontrolable que arruina las vidas de la gente. Después de todo, soy hija de dos docentes y jamás me canso de repetirlo con orgullo, porque un docente es alguien que se dedica a entregar a sus alumnos herramientas y materiales para que ellos construyan sus propias puertas.

Lo que pasa, desde mi punto de vista, es que existe todo un sistema educativo malogrado que va más allá de los profesionales de la educación. Hay muchos casos donde se demuestra cómo este sistema falla en la transmisión de conocimientos básicos. Por ejemplo, es sabido que una abrumadora mayoría de los alumnos de escuela primaria tienen dificultades para aprender matemática. Una amiga que trabaja como voluntaria dando apoyo escolar en el barrio La Tablada corroboró que todos los chicos que van a buscar ese apoyo necesitan ayuda con esta asignatura. Yo adjudico esto a la complejidad lógica del lenguaje matemático, que requiere para su comprensión de un nivel de abstracción mayor que el lenguaje natural. Pero esta dificultad no es algo nuevo. Hace diez o doce años, cuando yo iba a la primaria, ya era notorio que a la mayoría de nosotros nos costaba mucho entender las fracciones. Eso quiere decir que la alarmante dificultad de los alumnos de escuela primaria para las matemáticas tiene ya más de una década, y el sistema educativo no parece haber invertido muchos recursos en revertir la situación. Si se sabe que hay un problema con la matemática, ¿por qué no cambiar el enfoque de la materia? ¿Por qué no hay más investigaciones destinadas a encontrar las causas de este asunto? Se sigue enseñando matemática de la misma forma que hace diez años y se obtienen resultados cada vez peores. Los docentes se frustran y reaccionan dando más tareas a los estudiantes, agregando tareas de vacaciones y obligándolos a estudiar como forma de castigo. Y ¿qué clase de resultados cabe esperar si se concibe el aprendizaje como un castigo?

Lo que estoy tratando de preguntar es: ¿por qué no se hacen verdaderas reformas integrales en el sistema educativo? La falta de retroalimentación acerca del funcionamiento del actual sistema es a lo que me refiero con “verdaderas reformas”.

En la Universidad, los profesores a menudo se quejan de que la escuela secundaria no nos prepara lo suficiente para la educación superior, pero lo suelen hacer a modo de reprimenda hacia nosotros. Nos dicen: “¿Vos qué aprendiste en la secundaria?”, pero no “¿A vos qué te enseñaron en la secundaria?” ni mucho menos “¿A vos cómo te enseñaron en la secundaria?”. A eso me refiero con reformas que sean integrales, porque los docentes también tienen que estar mejor capacitados para poder ayudarnos en la construcción de las puertas mentales.

Si hay perspectivas de que en el futuro nuestra sociedad pueda superar los problemas económicos y sociales que la aquejan desde hace un siglo, va a ser crucial que logremos elevarnos hacia un sentido crítico de nuestra realidad y de las relaciones de poder que están en la base de ella. Yo quiero una escuela donde los alumnos y los docentes asistan con ganas. Quiero una institución que fomente el debate y la participación ciudadana. Quiero una escuela que abra puertas.

Laura

Semana del Sonido Rosario 2014

 

1622883_1417022915212339_2003937894_nDel día 19 al 23 de mayo se llevará a cabo la primera Semana del Sonido de la ciudad de Rosario, un evento destinado a difundir la importancia de la acústica y promover la toma de conciencia en cuanto a la necesidad de proteger el ambiente acústico y la salud auditiva. Organizada por instituciones educativas y gubernamentales a nivel nacional e internacional, la Semana girará en torno al eje “Música y paisaje sonoro”, que se desarrollará en una serie de actividades culturales, educativas, científicas y artísticas en el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa y el teatro El Círculo, todas con acceso libre y gratuito.

La Semana del Sonido se materializó por primera vez en el año 2004 en Francia, por iniciativa del ingeniero Christian Hugonnet. Desde entonces, el congreso se extendió a más de seis países en todo el mundo.

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Christian Hugonnet, fundador de la Semana del Sonido en Francia

En el marco de la Semana del Sonido Rosario 2014, Hugonnet dio una conferencia inaugural el lunes 12 de mayo en el Centro Cultural Parque España, donde alertó acerca del problema del ruido en las ciudades e insistió en la importancia de tener en cuenta la acústica en el planeamiento urbano. “Como nunca dejamos de escuchar el mundo, no prestamos atención al hecho de que tenemos oídos, salvo cuando padecemos algún problema en ellos”, afirmó el profesor francés y explicó: “El oído es un elemento determinante en nuestra relación con los demás y con el mundo. Oímos algo y dirigimos la mirada hacia lo que oimos, pero ciertamente no sucede al revés. Nunca miramos primero y luego descubrimos el sonido”.

Asimismo, Hugonnet hizo énfasis en el tratamiento acústico de los espacios públicos. Según el ingeniero, existe una relación directa entre los niveles de ruido y el estrés, la presión arterial, el sueño y la concentración. Los altos niveles de ruido incluso se asocian con una mayor propensión a la violencia en los sujetos y con una disminución de la tendencia a ayudar al prójimo, de acuerdo con estudios desarrollados por la Organización Mundial de la Salud. En este sentido, Hugonnet llamó la atención sobre preguntas obvias que no suelen plantearse con seriedad en la planificación del espacio público: ¿Por qué las escuelas son siempre lugares ruidosos? ¿Por qué los niños no están en lugares tranquilos donde puedan concentrarse? ¿Por qué las estaciones y los aeropuertos son siempre ruidosos?

Federico Miyara, organizador de la Semana del Sonido en Rosario

Federico Miyara, organizador de la Semana del Sonido

Federico Miyara ejecutando una improvisación en vivo en la Semana del Sonido en Rosario

Para el ingeniero Federico Miyara, organizador de la Semana del Sonido de Rosario, la toma de conciencia por parte de la población con respecto al ruido es fundamental. “Cuando las personas están en contacto con una temática, se sensibilizan más con respecto a ella y empiezan a exigir a las autoridades que impulsen leyes que la respalden. Mucha gente piensa que el ruido es inherente a la vida en la ciudad, pero no tiene por qué ser así”, aseguró el autor del libro “Acústica y sistemas de sonido” y detalló: “Hay muchas técnicas de control de ruido, como la aislación acústica y el perfeccionamiento de los silenciadores para vehículos”.

Según Miyara, el mayor generador de ruido en Rosario es el transporte. “Si bien cada vehículo individualmente produce menos ruido que hace diez años, hoy en día circulan por la ciudad muchos más vehículos, por lo que hay una tendencia a aumentar el ruido, en lugar de disminuirlo”, expresó el docente de la Universidad Nacional de Rosario.

Dando inicio a la actividad anticipada de la SEMANA DEL SONIDO. (de derecha a izquierda): Ing. Ernesto Accolti, Prof. Martin Arancibia, Prof. Mario José de Oyarbide, Ing. Christian Hugonnet (Francia), Ing. Federico Miyara, Ing. Juan Carlos Benvenuti, Ing. Pablo Miechi, Lic. Emilia Benvenuti

Dando inicio a la actividad anticipada de la SEMANA DEL SONIDO. (de derecha a izquierda):
Ing. Ernesto Accolti, Prof. Martin Arancibia, Prof. Mario José de Oyarbide, Ing. Christian Hugonnet (Francia), Ing. Federico Miyara, Ing. Juan Carlos Benvenuti, Ing. Pablo Miechi, Lic. Emilia Benvenuti

Sin embargo, el ruido no es el único problema de sonido al que nos enfrentamos como sociedad. Hugonnet mencionó igualmente la compresión sonora como una fuente de malestar. Federico Miyara define la compresión de sonido como “la regulación del nivel sonoro de modo que varíe poco, pero no necesariamente balanceando graves, medios y agudos”. El audio comprimido es comúnmente utilizado en aparatos electrónicos tales como juguetes y cajitas musicales, pero también está comprimida la música que escuchamos en formato mp3, ya que, para configurar un archivo de audio que ocupe menos memoria, el formato elimina puntos de la onda sonora original.

El resultado de la compresión se puede apreciar en toda su magnitud al observar los gráficos de una onda sonora original y una comprimida: mientras que la primera dibuja una curva pronunciada (lo que Hugonnet llama una “amplia dinámica sonora con una paleta de matices”), en la segunda apenas se visibilizan curvas y la onda aparece más acotada y plana. Según el ingeniero francés, los efectos de esta manipulación del sonido en el oído son catastróficos. “Una vez que una persona se acostumbra al sonido comprimido, nunca más podrá volver a escuchar los niveles bajos, porque el oído se vuelve perezoso y sólo distingue el ‘sonido fácil’, lo cual crea problemas de audición a largo plazo”, sostuvo el fundador de la Semana del Sonido.

10372259_1441416266106337_905531720183284564_nEn síntesis, el sonido es una dimensión tan constante en nuestras vidas, que no estamos acostumbrados a pensar en él. Es primordial que la acústica y el sonido comiencen a estar presentes nuestra consciencia, de modo tal que busquemos soluciones al malestar sonoro que tenemos incorporado como “natural”. El ambiente sonoro es el único en el que nos movemos desde antes de nacer y es importante preservarlo, ya que, en palabras de Hugonnet: “aprender a escuchar es aprender a comprender mejor el mundo”.

 

 

Injusticia por mano propia

Mucho ha sido dicho en los últimos días con respecto a la muerte de David Moreyra, el joven de 18 años que fue linchado por vecinos del barrio Azcuénaga de Rosario tras haber asaltado a una mujer que caminaba con su bebé. Yo intentaré hacer un análisis un poco más profundo de la situación, así que espero sepan disculpar lo extenso de esta entrada.gentemala2

Quienes hayan leído los comentarios de los lectores que aparecen en las noticias sobre el linchamiento en los diarios online habrán notado la magnitud del resentimiento que manifiestan esos leyentes, que justifican el accionar de los vecinos considerándolo un acto de legítima defensa.

No coincido ni coincidiré jamás con ellos: una persona que roba sigue siendo una persona, es el hijo de alguien, el hermano de alguien, el amor de alguien. Si nos parece tan aberrante que un ladrón nos pueda arrebatar a un ser querido para sacarle algún objeto de valor, ¿cómo podemos pensar que si el sujeto que mataron robó, entonces está bien? No encuentro justificación racional para el ejercicio de la violencia.

Es cierto que, estadísticamente, la delincuencia en nuestra ciudad se ha incrementado en los últimos años. A mí me han robado en varias ocasiones. Una vez entraron a mi casa cuando no había nadie y se llevaron muchísimas cosas, volvimos y encontramos un desastre. Otra vez a mi novio y a mí nos asaltaron tres pibes armados con revólveres y uno de ellos me apoyó su arma en el estómago mientras otro me revisaba los bolsillos. Otra vez un flaco me arrebató un bolso donde había poquísima plata y un celular viejo, pero tenía cosas de valor sentimental para mí y algunos documentos que tuve que duplicar mediante trámites engorrosos.

Aún así, yo sigo convencida de que no hay que matar a nadie. De ninguna manera estoy a favor de la delincuencia, pero entiendo que para trabajar sobre esta problemática no sólo no sirve la violencia estructural, sino que es contrapruducente.

Quienes sostienen la postura de la “justicia por mano propia” se equivocan al enfocarse en el problema de la “inseguridad”. Como expresé algunas líneas atrás, la inseguridad es real. Es cierto que existe la delincuencia. Pero ese no es el problema de fondo.

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Cuando me asaltaron esos tres chicos en el año 2010, noté que eran más o menos de mi misma altura y más o menos de mi misma edad. También pude deducir que eran de mi mismo barrio, que fue donde sucedió el atraco. ¿Qué los diferenciaba de mí? ¿Por qué ellos salían a robar un sábado a la noche mientras yo me iba al cine o al teatro o al cumpleaños de una amiga? ¿Por qué ellos no comprendían el valor de la vida de la misma forma que yo? Esas son algunas preguntas que me hice ese día y sé que si yo, con dieciséis años, pude hacerlas, cualquier otra persona en el mundo también se las puede hacer.

Sin embargo, muchas personas no se quieren hacer esas preguntas, porque no les importan estas cuestiones: están mucho más interesadas en que la inseguridad no las toque. Es como si tuvieran una pared en la que periódicamente aparecen manchas de humedad y, en lugar de atinar a esclarecer de dónde proviene esa humedad para poder erradicarla desde su origen, se limitaran a exigir que el gobierno invierta más recursos en pintarla.

Me parece pertinente citar aquí la primera frase de un maravilloso libro que leí este verano, El gran Gatsby:

“Cuando yo era más joven y más vulnerable, mi padre me dio un consejo en el que no he dejado de pensar desde entonces.
«Antes de criticar a nadie», me dijo, «recuerda que no todo el mundo ha tenido las ventajas que has tenido tú».”

¿Por qué es pertinente esta frase? La recomendación que el protagonista recibe de su padre ilustra, a mi entender, una cuestión fundamental: inseguridad y desigualdad social van de la mano, y en ese sentido somos todos responsables de la inseguridad, en la medida en que no hacemos nada por acortar la brecha social. Lo que me diferencia a mí de esos chicos que me robaron no es mucho más que el azar, o dicho de otro modo, las ventajas que tuve. El azar determinó que mis padres sean profesionales de clase media, que se ocupen mí, que nadie nunca me haya coaccionado a cometer un delito, que ninguna banda narco me haya cooptado. Esas son mis ventajas.

Tal vez los chicos que me asaltaron no tuvieron las mismas oportunidades que yo. O tal vez sí, pero en todo caso aquel elemento causal decisivo que los empujó a transitar el camino de la delincuencia fue circunstancial y, en gran medida, azaroso. Al igual que yo, no nacieron chorros ni malos. Yo podría haber ser uno de ellos y ellos podrían ser estudiantes universitarios como quien escribe.

Empero, el mundo no los ve con los mismos ojos que a mí. Muchos chicos de barrios como el mío ya son marginados por una comunidad que los excluye desde antes de su nacimiento, discriminados por la gente que se cruza de vereda cuando los ve, por la Guardia Urbana Municipal que les pide los documentos cuando van al centro de la ciudad, por una sociedad donde el clasismo ni siquiera está mal visto. Esto se observa hasta en el uso del término “negro” para referirse a un ladrón. La expresión me molesta profundamente porque además de ser clasista, es racista: si decimos que alguien que delinque es un “negro”, significa que estamos equiparando “negro” con “malo”.

Pero, al final, ¿qué se supone que hagamos ante estas situaciones de delincuencia? Yo creo que la confusión respecto a cómo actuar aparece allí donde dejamos de ver a la persona que hay en el delincuente. Cuando hace dos semanas un motochorro golpeó a mi mamá intentando arrancarle el portafolio, los vecinos de la cuadra salieron de sus casas alertados por los gritos de ella. Al verse rodeado, el hombre se dio a la fuga sin el portafolio y sin ser linchado. Aunque ciertamente me dio bronca que agredieran a mi mamá, me alegró saber que la reacción de mi comunidad fue de contención hacia ella y no de venganza contra el agresor.

Si logramos comprender que quien comete una infracción es un ser humano igual que nosotros, entenderemos también que tiene derechos: a la vida, a la defensa, a la presunción de su inocencia, a recibir asistencia médica. De esta forma, las penas para los delitos serán entendidas no ya como un castigo sino como una forma de reinsertar al individuo en la sociedad de forma productiva y asegurar que no reincida en las conductas delictivas. Se encarará de una forma diferente todo el sistema penal y se llevarán adelante verdaderas reformas sustanciales en su código.

Después de todo, todos hemos infringido la Ley en algún momento de la vida. Todos hemos conducido un auto bajo los efectos del alcohol, pintado un graffitti, fotocopiado algún libro, evadido impuestos, o mantenido relaciones sexuales con una prostituta. No podemos creernos autoridad moral, porque todos hemos cometido errores y hemos sido irresponsables, y nunca nos juzgamos a nosotros mismos tan duramente como lo hacemos con los demás. Como escribió Marcelo Alvarez desde su cuenta de Facebook: “Me pregunto cuántos de esos que participaron en la golpiza compraron alguna vez algo robado…”

Laura

 

No me digan «feliz día»

Cada 30 horas una mujer es asesinada en Argentina. ¿Todavía te parece que el Día de la Mujer es una fecha para celebrar? ¿O para regalos? Retrocedamos un poco.
El 25 de marzo de 1911 un grupo de más de cien trabajadoras de una fábrica textil de Nueva York murieron durante el incendio de la planta. Las asalariadas se habían encerrado en el edificio exigiendo mejores condiciones laborales y no pudieron evacuar las instalaciones porque los responsables de la fábrica habían cerrado todas las puertas de las escaleras y salidas, una práctica común para evitar y reprimir movimientos obreros. Este suceso fue uno de los determinantes en la resolución de conmemorar el Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo, que se oficializó en 1914 en algunos países de Europa y se expandió al resto del mundo en el primer cuarto del siglo XX. Como será fácil advertir, esta fecha no nace como celebración de aquello que la cultura ha dado en considerar “femenino”, sino que surge en un contexto de luchas y búsqueda de reivindicaciones por parte de una gran porción de la población que es vulnerada.
Hoy en día el mundo es un lugar muy distinto al que era a principios del 1900, y nada podría ser más natural que esta diferencia: un siglo ha transcurrido y el tiempo no pasa en vano. Quizás sea por eso que muchas personas consideran que las desigualdades entre hombres y mujeres son cosa del pasado y que el machismo ya no existe; aquellas personas vuelvan a leer la primera frase de este texto y luego estaremos en condiciones de dialogar.
La significación que reviste esta cifra de femicidios excede ampliamente los límites de una breve entrada en un blog: 295 mujeres fueron asesinadas en Argentina en 2013. Un aspecto interesante a analizar en este contexto es la forma en que los medios tratan esta información. El portal web de la agencia de noticias Télam publica la noticia usando como titular la frase que yo tomé prestada para iniciar este texto. A continuación del título, ubica esta bajada:
«Un informe de La Casa del Encuentro reveló que en 2013 se produjeron 295 femicidios, la mayoría de ellos cometidos por parejas o ex parejas de las mujeres en las casas de las víctimas, un crimen que dejó huérfanos a 405 niñas y niños.»
El enunciado hace hincapié en la cuestión familiar, en el número de niños que se quedaron sin mamá debido a los femicidios. Porque, claro, la cantidad de hijos es un indicador clave del valor de la vida de una mujer y por lo tanto, su muerte sólo pesa tanto como los huérfanos que ésta deje. Ahora bien, no estoy diciendo que la situación de esos chicos no sea preocupante ni mucho menos intento menospreciar el dolor que ellos han de sentir. Pero si los niños que se quedan sin mamá por causa de un femicidio son importantes, no lo son en mayor medida que las mujeres que se quedan literalmente sin vida por este motivo. Esta equiparación de la femineidad con la maternidad sin duda es una prueba de que el sexismo persiste en el siglo XXI: en las estadísticas de homicidios masculinos no se suele dar tanta importancia a la familia de la víctima.

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Pero lo más alarmante de esta cifra de femicidios es que ni siquiera alcanza a reflejar el problema de la violencia de género en su totalidad. Cuando la sociedad en su conjunto concibe (de manera consciente o no) a la mujer como un objeto, un mero instrumento para llegar a determinados fines, que puede ser intercambiado por otros objetos de toda índole, se desencadenan consecuencias atroces que van desde la violencia mediática y el acoso en la vía pública hasta las violaciones, estas 295 muertes y la trata de personas.
En definitiva, son problemáticas como los femicidios las que gestaron el Día de la Mujer. No quiero decir con esto que debamos tomarlo como una fecha de luto y tragedia, sino todo lo contrario. Es deber de todos (mujeres y hombres) luchar para que este tipo de tragedias dejen de suceder. ¿Cómo hacerlo? Empezar a tomar conciencia acerca de las cuestiones de género es un paso importante, pero no sirve si es el único que se da. Es asimismo fundamental que nos solidaricemos con estas luchas asistiendo a actos, marchas, debates por el Día de la Mujer (ahora me toca reconocer que hace casi un año que no voy a una marcha; la última fue el Día de la Memoria de 2013), en lugar de ir al Shopping a hacer compras con un descuento especial por nuestro día. No tiene nada de malo querer aprovechar un precio rebajado, pero recordemos que los verdaderos descuentos en realidad sólo se hacen cuando quedan productos viejos en stock de los que hay que deshacerse. Lo que hay en estas fechas comercializadas no es más que el truco de colocarle a un producto un precio más caro tachado para fingir el descuento (lo he comprobado en negocios de ropa y zapatos de Rosario).

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Hay que tener en cuenta también que comprometerse con esta causa no debería implicar un prejuicio sobre aquellas personas que no hagan lo mismo. Esto es particularmente difícil de lograr, pero nadie puede juzgar a nadie por comprar algo con descuento, o por festejar el día con amigas, o por aceptar un “feliz día” sin dar un discurso sobre las luchas del género femenino. Éste es también el día de esas mujeres, y pueden hacer con él lo que tengan ganas. Pero si somos plenamente conscientes de lo que realmente representa esta fecha, es menos probable que nos den ganas de festejar y más probable, espero, que sintamos la necesidad de gritar “¡Basta!”, de ponerle un freno al sistema consumista que pretende acallar nuestros gritos con regalos, flores y felicitaciones vacías.
Como ya expresé, no puedo obligar a nadie a pensar como yo, pero sí espero que, después de leer ésto, las realidades que menciono te hablen por mí.
Laura

Radiografía de la educación

En la última década y media se ha estado gestando un debate en torno a la educación en Argentina y en el mundo. La escuela como institución ya no satisface las demandas de una sociedad occidental que avanza a mayor velocidad que todo cambio en el sistema. “A pesar del empeño de los ministerios y de los docentes, lamentablemente la escuela sigue empleando estrategias que, en el mejor de los casos, provienen de hace 30 años”, afirma María Susana Flores, vicedirectora de la escuela primaria provincial Nº 1078 de Rosario.

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La escuela, empero, sigue siendo un espacio de socialización que, en principio, provee referentes adultos apropiados. La alfabetización y los conocimientos curriculares básicos se adquieren casi exclusivamente en la escuela. Es, ante todo, un lugar de estructuración del pensamiento y la personalidad.

Existe, paralelamente, toda una serie de espacios no curriculares, donde el sujeto puede formarse en toda clase de disciplinas. Estos constituyen la educación no formal, que abarca todo tipo de instancias educativas que se llevan a cabo fuera del marco institucional escolar.

Emerge de lo precedente una dicotomía entre dos perspectivas sobre la educación. De un lado, la educación formal, institucionalizada en la escuela, como lugar de construcción del conocimiento. Del otro, surge la alternativa de la educación no formal, concepto más flexible y heterogéneo.

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Aunque los enfoques conductistas y positivistas siguen sosteniendo que el modelo de la escuela tradicional es el adecuado para la formación de individuos que puedan adaptarse a la vida en sociedad, esta afirmación contrasta con los resultados que se observan en la realidad. La fuerte competitividad que fomenta el sistema educativo actual dificulta la transmisión de valores relacionados con la paz, el respeto y la vida en democracia. El régimen evaluativo actual consiste en la comparación de los aprendizajes del sujeto frente a una escala estandarizada. De este modo, la descripción del proceso de aprendizaje que llevan adelante los individuos se reduce a un número, la calificación. Esta situación genera conflictos a nivel emocional y cognitivo en los alumnos: el sistema distingue ganadores y perdedores. Se desestima la importancia de los estados afectivos en la experiencia educativa.

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Por su parte, la educación no formal brinda la posibilidad de trabajar por fuera de esta estructura de la competencia. Hay un trato de persona a persona entre el docente y el alumno, donde el vínculo afectivo es tenido en cuenta como un factor fundamental para el proceso de aprendizaje. En estos espacios, los alumnos no son evaluados con calificación, sino que son seguidos de cerca por docentes que se encargan de guiar el desarrollo de los ejes abordados. Además, la amplia variedad de modalidades (deportiva y artística, entre otras) que puede adoptar la educación no formal la constituyen como una herramienta clave para el crecimiento personal de los educandos. Las áreas más lúdicas favorecen la convivencia, la solidaridad y la tolerancia, mientras que otras relacionadas con lo cultural estimulan el interés de los alumnos en las artes y lo humanístico.

En segundo lugar, la educación no formal posee la ventaja de ser indudablemente más placentera. De acuerdo con la directora del espacio de educación no formal Kinder Club Ana Frank de Rosario, Mariela Lazo Fiorino, “el formato y los espacios donde se encuadra la educación formal dejan una parte afuera, que para mí es muy importante en la educación, y es el deseo, el bienestar, la comodidad. Y la educación no formal rompe con esa estructura de lo formal. Hay otra predisposición de parte de los chicos, pero también de parte de los docentes, porque se trabaja más relajado”. La escuela funciona por medio de estructuras rígidas que no siempre contemplan las necesidades y el bienestar de los actores involucrados. Si bien ciertas corrientes pedagógicas afirman que esta rigidez en la estructura es necesaria ya que contribuye a la regulación de la conducta a través de límites marcados, estos límites en la vida real no suelen ser eficaces. María Susana Flores señala que, muchas veces, los niños en la escuela intentan transgredir todo orden posible. Esta transgresión colectiva indica que las estructuras no aportan contención para la conducta de los individuos.

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Finalmente, los formatos mismos de la educación formal condicionan el proceso cognitivo del educando. La disposición tradicional del aula, donde los alumnos se sientan uno detrás de otro y el docente está frente a la clase en un escritorio (formación que no favorece al aprendizaje) permanece aun como la más frecuente. “La formación en ronda hoy en día parecería revolucionaria, y sin embargo es algo fácil de hacer y está comprobado que estimula a los chicos. Pero hay resistencia, porque seguimos viendo la escuela como era cuando nosotros éramos alumnos. Los chicos realmente aprenden haciendo, sin embargo los ceñimos a una carpeta, a una hoja de carpeta, a un libro y nos cuesta mucho sacarlos de ahí, a pesar de que hay muchísimas más herramientas que antes”, observa Flores. En este sentido, los espacios donde se llevan adelante actividades de educación no formal suelen contar con un formato más flexible.

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Resumiendo: en la actual coyuntura crítica de la educación formal, donde los alumnos no reciben estímulos eficaces y los maestros luchan contra una cultura que no valora el esfuerzo ni la dedicación al aprendizaje, la educación no formal juega un rol central en la formación de las nuevas generaciones. Pero ese rol no es remplazar a la escuela. La educación formal sigue cumpliendo una función organizadora del pensamiento y alfabetizadora. La importancia de la educación no formal radica en la complementariedad que permite con la institución escolar. Es imperioso que ambos espacios se complementen para lograr una formación íntegra, que tenga en cuenta, además del conocimiento curricular, el vínculo afectivo con el otro, el placer y la convivencia, en un contexto sociocultural en continuo cambio.

Rosario en busca de su identidad turística

(Nota: este trabajo fue realizado en el año 2013, en colaboración con Lucía Bled, a quien le debo un GRACIAS por dejarme compartirlo en este espacio. Sin ella no habría sido posible esta investigación)

Entre grandes atractivos y secretos rincones

Una ciudad cosmopolita y enérgica que cuenta con una arquitectura y fisonomía urbana profundamente eclécticas se extiende abrazada por el río Paraná y en torno a un ícono ineludible como el Monumento Nacional a la Bandera. La tercera localidad más poblada del país  constituye un importante centro culturaleconómicoeducativofinanciero y de entretenimiento y se construye como un destino turístico no sólo en cuanto a actividades recreativas, sino también diversificándose en una amplia oferta de congresos, competencias deportivas, seminarios, encuentros sociales, negocios y eventos de toda índole.

El itinerario oficial

La Guía para el Turista titulada “En Rosario sos vos”, distribuida por el Ente Turístico de Rosario (ETuR), presenta una variedad de alternativas que se ajustan al presupuesto de todo visitante. “La identidad de Rosario está íntimamente ligada al arte y los espectáculos. Sus museos ofrecen opciones para todos los gustos. Los teatros y anfiteatros dan lugar a una amplia agenda de conciertos y espectáculos, los cines no dejan de renovar sus carteleras y las exposiciones se suceden en galerías de arte, centros culturales y grandes predios para eventos”, reza la sección cultural de la publicación. Entre los espacios nombrados, la Guía destaca el Museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino; el Museo de la Memoria, declarado de interés nacional, y el de Ciencias Naturales Dr. Ángel Gallardo. Teatros como El Círculo, con una de las mejores acústicas a nivel mundial, y La Comedia también forman parte del recorrido propuesto por el ETuR. Asimismo, se mencionan centros culturales públicos y privados repartidos a lo largo y ancho de la ciudad: el CEC (Centro de Expresiones Contemporáneas) y el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa, entre otros. De igual modo, la guía sobre Rosario no olvida a sus visitantes más chicos: “el Tríptico de la Infancia, integrado por la Isla de los Inventos, la Granja de la Infancia y el Jardín de los Niños son de las propuestas más populares, así como el Museo de los Niños y la Plataforma Lavardén”.

La agenda del ETuR invita, por otra parte, a conocer el patrimonio arquitectónico de la ciudad: “Cúpulas y fachadas se alzan entre relieves y esculturas que conquistan a los amantes del diseño urbano”. Además del emblemático Monumento Nacional a la Bandera, la ciudad posee construcciones de los siglos XIX y XX que conviven con obras modernas como las del Puerto Norte.

Parques y paseos al aire libre conforman, a su vez, circuitos en conexión con la naturaleza. Espacios verdes, playas y paradores isleños son parte del paisaje de la ciudad, que dispone de 300.000 árboles, 38 parques, 443 plazas y más de 1000 hectáreas parquizadas. La particularidad de estos lugares reside en la posibilidad de disfrutarlos en forma gratuita. Restaurantes, bares, pubs, shoppings y el flamante casino completan el recorrido por la escena rosarina.

Por último, aunque no menos importante, Rosario es, según informes del Instituto Nacional de Promoción Turística, la ciudad argentina con mayor número de eventos deportivos internacionales. Newell’s Old Boys y Rosario Central convocan a miles de espectadores fanáticos el día que se disputa el clásico de la ciudad.

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Compromiso estatal

El Ente Turístico de Rosario, organismo creado a partir de la sanción de la Ordenanza Municipal Nº 6.200 en el año 1996, es un ente autárquico cuyo objetivo es la planificación y concreción de propuestas para el desarrollo turístico de la ciudad de Rosario y su zona de influencia, así como su promoción hacia mercados locales, regionales, nacionales e internacionales. “Desde el ETuR y la Secretaría de Turismo, que se creó hace dos años, se generan políticas que aportan al turismo desde el mejoramiento de la ciudad”, afirma Analía Hernández, gerente operativa del ente, y agrega: “Hay propuestas como Rosario Turística y Mi Barrio, destinadas a rescatar los valores que cada una de las zonas que Rosario tiene. Con una revalorización de los contenidos de los barrios, los distintos ámbitos se pueden adaptar al turismo. No es que el atractivo no exista; lo que hay que hacer es ponerlo en valor para que el turista pueda acceder a él. No solamente embelleciéndolo, sino también con señalizaciones, luces, formas de llegada más fáciles, seguridad”. Más allá de su revalorización, la vida de los barrios posee en sí importancia turística. La gerente del ETuR expresa: “La vida en las distintas zonas de la ciudad es una realidad que no hace bien ocultar. El que viene y visita por turismo tiene que enterarse que no viaja a Disney, que es un mundo perfecto creado para la ilusión del ser humano, sino que viaja a conocer otra cultura que tiene millones de cuestiones”.

En lo económico, la actividad turística es fundamental porque transforma a la ciudad tanto en su estructura como en la cantidad de puestos de trabajo que se generan”, asegura Hernández, y agrega: “Esto se evidencia en la creación del ETuR y la Secretaría de Turismo, que es una decisión política del Estado al querer trabajar sobre este área”.

Según informa la funcionaria, las fechas en que la concurrencia de turistas alcanza su cúspide y se llenan las plazas hoteleras, son los feriados y fines de semana largos, especialmente del mes de junio, ya que en esta época se realiza el acto tradicional del día de la Bandera, favoreciendo a grandes y pequeños comerciantes locales, artesanos y artistas callejeros, así como al transporte urbano.

En esta paulatina consolidación de Rosario como destino turístico, hay múltiples aspectos de la realidad que deben tenerse en cuenta. Uno de ellos es la accesibilidad para personas con discapacidad. A este respecto, la ciudad está trabajando en conjunto con el Ministerio de Turismo de la Nación. De acuerdo con esto, Hernández dijo: “Ya hay lugares que tienen el sello del Ministerio que indica que han hecho adaptaciones en sus edificios para que sean accesibles, desde los baños hasta los espacios para recorrer. Pero hay todavía muchas falencias ya que existe una ley, pero es relativamente nueva y hay muchos emprendimientos que hace años que están y hay que ir acompañando con una cuestión económica. No puede exigirse desde el Estado el cumplimiento de leyes porque esta cuestión económica atraviesa la situación. Intentamos facilitar la adaptación ofreciendo capacitación, créditos, acompañamiento de profesionales e inspectores que brindan soluciones totalmente gratuitas”.

Discurso y realidad: ¿Hay coherencia?

Cuando un visitante llega a Rosario y se dirige al punto municipal de información turística más cercano, se le entrega folletería con información acerca de hospedajes, gastronomía, cultura, diversión, etcétera. Además, recibe la Guía para el Turista mencionada anteriormente. Pero los sitios que aparecen en estos folletos son acotados con respecto al universo de posibilidades que la realidad ofrece. El plano de la ciudad que se proporciona al turista, que también se encuentra en http://www.rosario.tur.ar, muestra una ciudad truncada: las zonas sur, oeste y noroeste aparecen recortadas. En este contexto, Rosario parece sesgada por una tijera invisible que conscientemente (o no) decide omitir cierta información, llevando al visitante a quedarse con la visión oficial de la urbe, sin darle la libertad de explorar otras opciones.

Entre las instituciones que quedan excluidas de la “Rosario oficial”, por su posición geográfica o por falta de inversión para su puesta en valor, se encuentra la sala Amigos del Arte, un espacio dramatúrgico independiente que cuenta con producciones propias. Raúl Marciani, productor teatral local y encargado administrativo del establecimiento, cuenta que la sala no recibe apoyo gubernamental al momento de divulgar sus espectáculos. “Hay que enviar la información del evento a la agenda de la Municipalidad con 20 días de anticipación y muchas veces lo que enviamos no sale publicado”, explica Marciani, y opina que este medio “le da más ‘bola’ a Gasalla que a los espectáculos locales”. De este modo, hay numerosas organizaciones que padecen la misma situación. Tal es el caso del Centro Cultural Cosmopolita, ubicado en Barrio Belgrano, que, por estar fuera del foco geográfico representado en el plano, no adquiere difusión más allá del barrio. Esta realidad no es distinta a la que se vive en el Centro Cultural La Toma. Carlos Ghioldi, referente de este espacio, expresa: “Muchas veces llegaron turistas desde todas partes de América, no por turismo de medios tradicionales sino a través de partidos, movimientos políticos y organizaciones sindicales y sociales. Nada por vía del ETuR, jamás. Nosotros somos quienes promovemos la llegada de estudiantes y movimientos solidarios a quienes les brindamos nuestras actividades y charlas”.

La falta de visualización de estos espacios en tanto sitios de interés turístico también reduce sus posibilidades de recibir subsidios para adaptar la infraestructura e incrementar la accesibilidad para personas con discapacidad. En este sentido, Romina Burgos, integrante de la comisión directiva del Centro Cultural Israelita de Rosario (C.C.I.R) señala que, tras una inspección en 2010, la entidad estuvo cerca de ser clausurada por no contar con baños accesibles. “Parte de la plata para construir el baño la puso la institución y el resto lo donó un miembro del Centro Cultural. La municipalidad no aportó nada”, asegura la vocal.

Es posible cambiar la visión del turismo de forma tal que estos focos de cultura barriales puedan ser parte del itinerario propuesto por el gobierno. El propósito de generar o incentivar opciones turísticas instala inevitablemente la cuestión del progreso, plantea a la comunidad el desafío de asumirse y asumir los atributos que en su territorio acreditan la naturaleza y la cultura, para conocer, conocerse y darse a conocer. Turismo accesible a todos es poder viajar sin exclusión por razón de edad, discapacidad o cualquier otra circunstancia que temporal o permanentemente condicione la interacción con el entorno. Es proyectar una ciudad que incluya a una heterogeneidad de sectores y actores sociales con sus necesidades diversas. Es por esto que al turismo rosarino todavía le queda un largo camino por recorrer: el que va del dicho al hecho.

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Rosario según los turistas

Un sondeo llevado a cabo en Rosario entre treinta y cinco turistas de edades de 12 a 75 años revela que, en el grupo etario más joven (12 a 25 años de edad), la gran mayoría de los viajantes vienen a Rosario para participar en algún evento competitivo (natación, básquetbol, artes marciales) o en encuentros sociales y políticos. Estos acontecimientos convocan a jóvenes de todo el país, mientras que el grupo de mayores de 40 años está constituido por personas provenientes de localidades cercanas, especialmente de las provincias de Córdoba y Buenos Aires. Estos turistas mayores concurren a la ciudad con la finalidad de pasear y disfrutar de los espectáculos y el casino de Rosario.

Entre los sitios de interés más elegidos por los turistas de todas las edades se encuentran el Monumento Nacional a la Bandera, la zona ribereña, las ferias artesanales, los parques y los museos, así como también los centros comerciales y el casino. Con respecto a los espacios públicos, muchos encuestados observan, sorprendidos, la limpieza y la vitalidad de los mismos. “Hay muchos espacios verdes y todo está bien cuidado”, señala Elías, cordobés de 37 años de edad. Asimismo, los sondeados notan un “gran apoyo municipal a la movida cultural”, que se manifiesta en variados espacios, desde la Calle Recreativa hasta el bar y museo temático Beatles Memo. Entre las obras públicas, los visitantes destacan la nueva Terminal de Ómnibus, modernizada y amplia.

Pero no todos los turistas se dejan encandilar por la Rosario atractiva: algunos traen prejuicios desde su lugar de origen. De este modo, Pablo (12), de Río Cuarto, expresa: “Pensé que Rosario era más fea, porque en la escuela todos dicen que está llena de delincuentes”. Otros encuentran una realidad que no están dispuestos a ver. “Viniendo desde San Nicolás, me llamó la atención la cantidad de villas que hay. Eso afea mucho el paisaje”, dijo Mario (68). Empero, la crítica más recurrente a la ciudad es con respecto a los precios en todos los comercios: 28 de los 35 encuestados los hallaron demasiado altos.

Descanso dominical y turismo

Como informa Analía Hernández, gerente operativa del Ente Turístico de Rosario, las fechas más concurridas por turistas en la ciudad son los fines de semana largos. En esos momentos, los rubros más favorecidos, según un relevamiento del ETuR, son la gastronomía, los paseos comerciales (ferias artesanales y centros comerciales), la movida nocturna (discotecas, pubs) y el entretenimiento (casino, paseos por el río en embarcaciones).

Sin embargo, la situación en algunos de estos comercios podría complicarse si se aprobase la Ley de Cierre Dominical impulsada por la Federación Gremial del Comercio e Industria, que propone regular el horario de cierre y apertura de comercios en toda la Provincia de Santa Fe, obligando a cerrar los días domingos y los feriados nacionales. Según comunica la Asociación Empresaria de Rosario (AER) en su sitio web, de aprobarse el proyecto de ley, que ya obtuvo media sanción en la Cámara Baja, Rosario se verá seriamente afectada ya que en fines de semana de tres o cuatro días, los comercios podrán trabajar solamente uno. La ciudad ha invertido recursos públicos municipales, provinciales y nacionales, así como también bienes privados con el objetivo de lograr un posicionamiento turístico a nivel provincial, nacional e internacional que comienza a brindar sus frutos. La AER sostiene que si el proyecto de ley de cierre dominical entra en vigencia, parte de ese proceso no podrá ser capitalizado; además, de acuerdo con esta entidad, alrededor de un 30 por ciento de comercios deberán cerrar y 1500 empleados perderán su puesto de trabajo.

Entrevista con Marcelo Alvarez, el ciclista viajero

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(Esta entrevista fue realizada en noviembre de 2013. Actualmente Marcelo está cumpliendo su sueño en alguna parte del continente).

Arrancó con viajes cortos, de 15 días en bicicleta. Hoy, con 35 años, Marcelo Álvarez, profesor de Educación Física rosarino, está por partir pedaleando rumbo a Alaska. Mientras me sirve un vaso de agua en el departamento casi vacío donde convive con sus dos bicicletas, el creador del sitio web ciclistaviajero.com cuenta cómo tomó la decisión de emprender su primer periplo en el año 2007: “Veía gente que estaba haciendo el largo de la Argentina, así empecé a ver que era posible hacer trayectos largos. Una vez que me recibí, decidí hacer Ushuaia-La Quiaca-Rosario y a partir de eso me di cuenta de que podía hacer cada vez un poquito más”. En algún punto de esa expedición por el país que le llevó 15 meses, Marcelo sintió que quería darle otra dimensión al viaje y para eso eligió un medio que le era propio: la educación. Visitó escuelas y bibliotecas de cinco provincias repartiendo audiolibros. Además, ideó el proyecto “Ciclista Viajero”, mediante el cual comparte sus vivencias en documentales que él mismo filma en las excursiones. Días antes de salir a su próxima aventura atravesando América, que le llevará tres años, este intrépido trotamundos se sienta a contarme su historia.

En tus travesías habrás tenido muchas experiencias. ¿Rescatás alguna en particular?

Hay un montón de anécdotas. Por ejemplo, una vez un camionero que me había pasado por al lado en su camión, trabajando, cuando almorzó, pidió un poco más de asado por si me volvía a encontrar más tarde. Esa noche, me alcanzó en la ruta, se me adelantó y frenó a cien metros, yo no entendía de qué se trataba. Bajó del camión y me hizo señas para que parara. Me dijo: “¿Querés comer?” y ahí me contó toda esta historia. Estas experiencias te muestran cómo es el mundo. Yo lo veo mucho más real así, que viendo las noticias, que muestran sólo las catástrofes.

La pedagogía y la bicicleta son tus pasiones. ¿Cómo se te ocurrió la posibilidad de unirlas?

Siempre me sentí conectado con los libros, entonces quise unir un medio físico y un fin cultural. Me fui asesorando sobre los audiolibros y me enteré de que las bibliotecas no los tenían, cuando yo creía que sí. En la primera donación que hice, en la escuela Louis Braille, de Palpalá, Jujuy, tenían cuatro cassettes grabados con cuentos, y yo llevé cien horas de narración grabadas. Las saqué de la web de una ONG, leerescuchando.net que es una red de gente que colabora leyendo y subiendo sus grabaciones. Yo me sumé a ellos difundiendo su trabajo y distribuyendo sus audiolibros en lugares donde no hay internet.

¿El Estado no se encarga de hacer llegar ese material a todo el país?

Hay un convenio de la CONABIP (Comisión Nacional de Bibliotecas Populares) a nivel nacional, por el cual debería haber audiolibros en las bibliotecas populares desde hace unos cuatro años, y no los hay. Mientras estaba armando el proyecto, viajé a Buenos Aires a hablar con la CONABIP y con el Ministerio Nacional de Educación, y no hubo respuesta en ninguno de los dos organismos. A nivel ministerial de cada provincia sí me lo reconocieron y me dieron apoyo: mi proyecto fue declarado de interés cultural y educativo por los ministerios de Jujuy, Salta, Formosa, Chaco y Santa Fe.

Filmás tus viajes a modo de documentales. ¿Qué es lo que deseás transmitir a través de ellos?

Hay un montón de pueblos donde viven sólo cinco familias a veces y en esos lugares se ven historias de gente que hace economía solidaria, historias nativas, actividades de cultura en zonas aisladas. Quiero mostrar esa realidad distinta y también mostrar que se puede. Yo veía a la gente que hacía esos viajes largos en bicicleta y me preguntaba si era posible, hasta que lo hice, así que espero que la experiencia no quede solo en mí, la idea es trascender y darlo a conocer.

¿Cómo te sentís viajando solo durante tanto tiempo? ¿Extrañás a tus seres queridos o te comunicás con ellos desde las rutas?

Todo junto, me comunico y extraño. Extraño porque los quiero, pero también sé que quiero esto, que lo elijo. No tiene sentido renunciar a este sueño para comer con mi familia todos los fines de semana. No quiere decir que no extrañe, pero en la balanza interna siempre es mucho más fuerte lo de viajar que lo de extrañar.

¿Preparás las rutas que vas a seguir con antelación, o improvisás sobre la marcha?
En vez de tener una línea fija, lo que tengo son puntos que voy uniendo: Buenos Aires, Montevideo, Cataratas, Asunción, Atacama. Pero no tiene mucho sentido hacer una ruta por Ecuador cuando me falta como un año para llegar.

¿Alguna vez te perdiste?
No (risas). Recién ahora empecé a viajar con GPS. En el viaje por Argentina usé un mapa de mi abuelo, del año 70, un libro del ACA viejísimo, y tienen todos las mismas rutas, no hay manera de perderse. Es más fácil perderte en tu ciudad, con las alturas de las calles, que en la ruta. Tenés el sol, la Cruz del Sur, es imposible perderse.

¿Dónde dormís cuando te encuentra la noche en medio de un viaje?
Hay algunas opciones, excepto hoteles. Una es la carpa, en medio del campo, lejos de la ruta, luego a veces me dan alojamiento espontáneo de gente del lugar. Ocasionalmente me regalo un hostel, de manera excepcional. También hay redes de alojamiento, donde te inscribís para recibir gente. Yo estoy inscripto para alojar gente en Rosario y ahora que viajo, les escribo a otros para que me alojen a mí.

¿Qué hacés cuando se te rompe alguna parte de la bicicleta?

Se repara. Yo voy con algunos repuestos, soy total mecánico de mi bicicleta. Si está muy rota, sólo si me impide pedalear, hago dedo hasta el próximo pueblo. Me pasó una sola vez. Se me habían roto las cubiertas y no tenía más repuestos. Tuve que hacer 15 kilómetros en una camioneta.

¿Alguna vez dudaste de tu capacidad de completar una expedición?

¡Sí! Por ejemplo, en el viaje por Argentina en 2007, nevó en Buenos Aires y yo estaba en una estación de servicio cerca de Bariloche, donde también nevaba y hacía muchísimo frío. Me senté a mirar en la televisión las noticias y fueron cuatro horas de reloj esperando que pasaran información de cómo iba a seguir el clima porque mi cuerpo ya no daba más, pero lo único que mostraban era la gente saltando en el Obelisco, festejando la nieve. País federal, si los hay (risas). En esa ocasión tuve principio de congelamiento, ya que llegué a pedalear con -15 grados y -28 de sensación térmica. Fue una prueba innecesaria, pero lo pude pasar. La temperatura iba bajando y yo iba pudiendo, hasta que llegó a ese límite. Decidí parar si bajaba un grado más, o había dos días más con la misma temperatura. Al final, esperé unos días y el -15 se convirtió en -11, después en -8, -5, que tampoco son condiciones fáciles, pero ya había pasado lo peor.

¿Qué sentís cuando completás un viaje?

Alegría (risas). En realidad, los viajes anteriores arrancaban en un lugar y terminaban en otro. Este viaje que emprendo ahora no tiene fin. La realidad es que me voy a vivir nómade. Ya vendí todo, mi propiedad es lo que está en la bicicleta. Cuando llegue a Alaska, si todo va bien y no me enamoro en el camino, me voy a Asia. La idea es completar la vuelta al mundo, mi sueño es recorrer todos los continentes.