VELORIO
¿Cómo me voy a ir del velorio de los objetivos no cumplidos?
No importan las dificultades imprevisibles: no los salvé.
No importa la responsabilidad que me excede: los maté.
No importa todo eso otro que sí hice: una vida es una vida.
No importan las bifurcaciones del camino: los dejé morir.
Tampoco importa la misericordia de las prórrogas:
no regué lo suficiente y aquí estamos.
Me hablan de lo que hay del otro lado y
es como si me dijeran que en la Luna hay una bandera yanqui.
Puede que así sea, pero me es imposible constatarlo
y por lo tanto, como dato, no me sirve.
«No tenés que cumplir, tenés que vivir», me dicen
y yo
no puedo irme de este velorio.
No puedo vivir.
No sé cómo.
Y sigo
en esta existencia de prenda percudida
embebida en la salmuera incongruente de mis ojos
envenenada de tristezas subjuntivas
infusionada en luto.
No quería ser buena,
quería ser la mejor.
No quería esperar unos meses,
quería llegar ahora.
No quería ser convexa,
quería ser magnética.
Quería tener alveolos y branquias y alas.
Quería doblarme veinticinco veces al medio y seguir midiendo un metro cincuenta y seis.
No pude.
La realidad tiene bordes opacos.
Entonces
¿Cómo me voy a ir de este velorio?
Si también
si sobre todo
es el mío.
.
CEMENTERIO
Sería injusto arrancar
flores
de la tierra
para traerlas a este
museo de las causas perdidas.
Las flores son para los
vivos y
la vida
es mucho más que ustedes y su capitalismo fagocitante.
Mucho más que la manía
pelotuda de
llevarlos conmigo en la cartera
como una cajita
semivacía
de tic tacs
acordándome solo de vez en cuando de que los tengo ahí
acostumbrada ya a su peso a su
cascabeleo apenas
perceptible
y a su textura de llagas.
Y digo entonces que la vida es mucho más
para que no se me vaya en llorarlos.
Para no perder de vista
entre las hojas
endiosadas
de sus ramas
todo lo demás.
.
DUELO
Y cuando creas
que el virus del luto
se aburrió
por fin
de tu cuerpo y
avanza ahora hacia
su próximo huésped,
una noche
prenderás el televisor
sin intenciones
y ahí estarán:
mirándote
desde el píxel marchito
de la pantalla
los retoños
traídos a este mundo
a morir por vos
y tus pecados de mierda.
Y brotará entonces
nuevamente
de tu rostro
la tormenta.